Eran las 19:00 de la tarde , cuando las luces navideñas de la noche empezaron a cubrir la capital , llenando de optimismo y alegría a aquella ciudad que en esos instantes estaba rendida por el frío invernal.
Clara , caminaba sin rumbo fijo por las Ramblas , con esa bufanda naranja y roja , que le daba tanta personalidad , esa bufanda que calentaba su fino cuello , esa bufanda que era su pequeña buhardilla para refugiarse de las vergüenzas. Caminaba a paso firme hacia su casa , con la esperanza de refugiarse del invierno , como conejo busca un escondite al aparecer la lluvia.
Al llegar a su casa , su madre le estaba esperando. Había preparado chocolate caliente , para calentar su garganta. A ella le pareció perfecto el plan de esa noche. Siempre se había llevado bien con su madre en los peores momentos , y le encantaba su chocolate caliente. Subió las escaleras con detenimiento , y llegó a su habitación. Se quitó la bufanda , y se quedó con el cuello destapado , y con peligro de que algún que otro labio saborease su colonia.. Se quitó la chaqueta negra , quedándose con el precioso jersey a punto que le tejió su abuela. Se deshizo de sus zapatos , que tan larga caminata habían echo. Y poco , a poco quedó desnuda , dejando esas curvas tan bonitas que su madre decía que eran de su abuela , y su pelo suelto , dejando ver su precioso pelo castaño oscuro.
Clara , estaba desnuda , y se dispuso a entrar en el baño. Abrió la puerta con sigilo , para no destrozar el silencio que reinaba en el piso de arriba. Se miró en el espejo , estaba desnuda. Su reacción no fue esperada. Se miró con cara de asco después de hacer cuatro muecas para reírse. Se tocó los pechos , se acarició su melena castaña con calma , y se miro cara a cara con ella misma. Se fijó en sus ojos azules que tenía. Todo el mundo decía que los ojos de Clara eran parecidos al azul de las piruletas , pero a ella le resultaba más parecido pensar que sus ojos eran azules como la parte del mar más cerca de la orilla , donde el azul se mezcla con tonos verdosos y marrón arena.
Abrió la mampara que rodeaba la bañera , y puso el agua lo más calentita posible , ya que quería aliviarse del frío. Se mojó la cabeza con lentitud , mientras la borrasca de aire caliente cubría toda la habitación. Cogió esa mascarilla para el pelo , para que le quedara mucho más suave , y se lo pasó por todos y cada uno de sus cabellos. Luego cogió el boté de champú Magno , uno de los más caros que había en la tienda , y se enjabonó todas las partes del cuerpo con él. Holía tan bien ese champú. Luego cogió una toalla , y se secó bien el pelo. Salió de la bañera con prisa. Sabia que su madre le estaba esperando para tomar una buena taza de café. La pobre Clara , en un abrir y cerrar de ojos , se dispuso a mirar-se en el espejo , cuando de repente notó como su piernas se sentían sensibles al agua , y resbaló. Clara notó como su cuerpo estaba en el suelo , tumbado , como si de la bella durmiente se tratase. Apenas tuvo aliento para poder observar que le había pasado. Notó como su delicados cabellos se untaban de sangre por todos lados. En pocos segundos , Clara no podía abrir los ojos. Sentía como el frío del invierno atravesaba sus delicados poros. Le dio un ligero escalofrío en el cuerpo. Ese sería el último estímulo de su persona. Había muerto.